Invasión argentina en Málaga

Naturaleza

Una pareja de guiris británicos están sentados en un banco de Málaga comiéndose cada uno un bocadillo, al sol de invierno de nuestra capital, una paloma merodea el banco y observa a los visitantes de reojo, como quien no quiere la cosa. Uno de elllos arranca un pedacito de pan y lo arroja al suelo cerca  de la paloma, y ella sin pensárselo dos veces va a por él con un ansia desmedida, tragándoselo entero. Inmediatamente dos palomas aparecen volando junto a los turistas, y claro está, ellos les tiran dos migajas. Entonces, de no se sabe donde, aparecen más y más palomas alredededor de los turistas, cuando se quieren dar cuenta, estan rodeados por una masa grisácea que se mueve frenéticamente, revoloteando, peleando por los trozos de pan que les va regalando la pareja.

De repente, una mancha verde brillante aparece de la nada compitiendo por las briznas de pan y llama la atención de los turistas, es algo más pequeña que las palomas y más audaz, agarra la comida con el pico y no se queda en el suelo a comérsela, se va con ella a una rama y agarrándola con una pata se la come tranquilamente a picotazos. «It´s a parrot ???» ( ¿es un loro?) se pregunta uno de ellos sorprendido.

Estos animalitos son cotorras, parientes pequeños de la familia de los loros. Llevan desde los años 80 invadiendo lentamente nuestros parques, jardines, alamedas, …etc. Proceden de Argentina en donde las llaman Cotorra monje o Cata. En España son conocidas como Cotorra de pecho gris, o simplemente Cotorra argentina. Su nombre científico es Myiopsitta monachus. Su impresionante capacidad de adaptación e inteligencia han hecho que hayan conseguido reproducirse en entornos ajenos a su ambiente natural, consecuencia de la invasión humana en lugares como la Pampa Argentina. Se puso de moda como animal de compañía, pero su estridente chillido hizo que mucha gente se deshiciera de ellas soltándolas, y rápidamente se han instalado en palmeras, eucaliptos y demás árboles de ramajes fuertes que sean capaces de soportar esos enormes nidos comunitarios que fabrican.

Yo les tengo a esos animales un especial cariño porque mi adolescencia y juventud la he pasado con una de esas cotorras como mascota. Con 13 años me regalaron una, y estuvo conmigo durante 22 años, puedo decir que son unas aves extraordinariamente inteligentes, sociales y adaptables, una delicia de animal que puede desarrollar una empatía con su “amigo humano” realmente increible.

Se les considera una especie invasora, aunque ellas, claro está, no han  pedido ser trasladadas de su medio natural, no hacen gran daño, no son agresivas, ni son especialmente destructivas, y desde luego son mucho más atractivas y simpáticas que las palomas. Su principal defecto es su chillido atronador. Su elevada longevidad, 15-20 años en libertad, frente a los 5 de una paloma, su competidora más directa, hará que se acumule una gran población en los próximos años.

En Málaga se las ve en bandadas cada vez más grandes por los alrededores del Campamento Benítez, por allí he llegado a verlas volar por decenas, en la capital malagueña, están desde hace tiempo en zonas como los eucaliptos del complejo deportivo de Carranque. El Parque de Málaga lo han descubierto más recientememte y ahora compiten con palomas y gorriones para ganarse el favor de los paseantes.

Cada vez que las veo no puedo evitar levantar la cabeza, observarlas como se comunican entre ellas, como vuelan, siempre con una ramita en el pico para aportar material a su nido. Y si me pilla con la cámara puedo estar un buen rato intentando una buena toma.

Las dos primeras fotos de este artículo las hice en el Parque la Batería de Torremolinos. La tercera en un olivar junto a los pinares, también en Torremolinos, y esta última foto, en la mismísima Acera de la Marina,  en la capital malagueña, hace unos dias, junto al impertérrito Hans Christian Andersen (quizá lo habría inspirado para uno de sus cuentos).

En definitiva, son unas inmigrantes a la fuerza, supervivientes a las que con el tiempo habrá que acostumbrarse a asimilar como propias.