En los alrededores de Villanueva del Rosario nos encontramos la ermita de la Virgen del Rosario, (construida muy recientemente, al parecer es el origen de la romería que se celebra en esa comarca). Ese punto es crucial para conocer el impresionante y valioso valor ecológico de la zona, oimos el sonido del agua a pocos metros, y es que justo enfrente de la ermita nos encontramos con un camino que desciende hasta un lugar que se conoce como el nacimiento del río Cerezo, en plena Sierra de Camarolos, cuando bajamos a ese punto nos encontramos con un caudal de agua que brota de la montaña con gran fuerza, un puentecito de piedra nos permite pasar por encima del rio y llegar hasta el origen de todo ese manantial, en ese punto estas rodeado de agua casi por todos lados, ves como fluye en unos 180 grados alrededor de tí, para tomar su camino, posiblemente para encontrarse con el Guadalhorce. Ese sitio es conocido también como El Chorro, y es el destino de la romeria de agosto.
Una vez que hemos disfrutado un rato de esa frescura natural, volvemos a la ermita, para seguir las indicaciones de un cartel que nos señala el Mirador de Hondonero y el Punto de Observación de aves. Nos metemos en ese carril no asfaltado, entre rocas calizas, dolomías jurásicas, y una vegetación y flora exuberante, y en cierto punto nos encontramos con un llano, y allí decidimos dejar el coche pues nos impresionó la belleza y tranquilidad del lugar, el Llano de Hondonero parece un cráter rodeado de montaña en medio de la nada, un sitio para pararse, pasear y observar en silencio como la naturaleza sigue su camino.
Desde allí pueden verse varias especies de aves, aunque para ello es preciso quedarse un buen rato y tener paciencia. Ese lugar entre la comarca de la Axarquìa y la Antequerana te atrapa por su encanto y su embrujo, acrecentado por las curiosas formaciones rocosas. El acceso a esas zonas se realiza por carriles no asfaltados y que además tras las lluvias de estas semanas nos los encontramos embarrados, pero mejor dejarlo así, ese lugar merece ser reservado de la invasión humana. Sin duda volveré a ese paraiso jurásico de Villanueva del Rosario.